sábado, 20 de febrero de 2021

Lesiones y lecciones

 Desde hace años he usado juegos de palabras tontos para los títulos de mis post cuando se me han ocurrido, no me juzgéis por ello y sigamos adelante. Hace tiempo que no publico nada porque no me apetece reflexionar sobre el covid y todo lo que está pasando, no me encuentro mentalmente preparado para ello y ya hay mucha gente haciendolo. Os recomiendo escuchar el programa de Pablo Fuentes Radio El Respeto si os interesan ese tipo de reflexiones, incluso en como nos afecta el covid en materia de salud mental. Ahora vamos al lío.


Soy corredor (ahora se dice 'runner') aficionado desde hace tiempo. Me gusta participar en carreras solidarias y/o populares en distancias de 5k, 10k e incluso alguna de más distancia. Y desde hace más o menos un año también soy corredor minimalista, es decir, que utilizo zapatillas para correr muy ligeras y con una suela muy fina, a diferencia de las pedazo de suelas que acostumbran a llevar algunos playeros deportivos. Hace unos años tuve un esguince en el tobillo y tuve que dejar de correr por un tiempo mientras me recuperaba, desde entonces no había tenido ninguna lesión. Pero entonces...

Con esto del covid estuve encerrado en casa desde marzo a mayo del año pasado, por
eso cuando nos dejaron salir empecé a correr TODOS los días, aunque claro, a las pocas semanas se me pasó la emoción y retomé mi ritmo habitual. Pero me sentía muy bien corriendo y nada me podía parar, seguí corriendo durante todo el verano y hasta bien entrado el Otoño, aumentaba las distancias, iba a velocidades a las que nunca había llegado, etc. Estaba más enganchado que nunca al deporte, pensando en preparar bien una media maratón para cuando se pudiera competir. Y DE REPENTE, un día corriendo me vino un dolor en la planta del pie. No le di importancia. Seguí corriendo. Al día siguiente dolía más. Apreté los dientes y seguí. La mañana siguiente no me podía casi levantar del dolor. 

Fascitis plantar. Mi cuerpo decía basta. Mentalmente estaba preparado para correr 200 km si hacía falta, y de repente mi cuerpo me decía que él no iba a responder. Fui al médico y me recomendó reposo y unos ejercicios para hacer. Me sentía frustrado. Caminaba en vez de correr y hacía los ejercicios. 

Tenía dos opciones. Abandonar mi afición curando la fascitis de forma rápida o hacer una recuperación más lenta que me permitiera fortalecer la zona y volver a correr con normalidad sin tanto miedo a que me volviera a pasar. Tuve que abandonar mi frustración para tomar la decisión de seguir adelante con una recuperación más lenta, quiero seguir corriendo y esto es solo una parada en el camino, un paso hacía atrás para luego dar dos hacía adelante. Cuidado con frases del estilo de "Hacía atrás ni para coger impulso", yo pienso justo lo contrario. Si no escuchas a tu cuerpo y te das cuenta de cuando parar la cosa no hará más que ir a peor y quizá no haya vuelta atrás más adelante.

Sigo con el fortalecimiento de esa zona de la fascia y volviendo a correr poco a poco pero con fuerzas renovadas y me quedo con la siguiente reflexión: El cuerpo nos habla y hay que escucharlo, obviamente al hacer deporte el cuerpo va a sentir molestias y a veces es un poco quejíca, pero en cuanto ese dolor nos preocupe hay que pararse e ir al médico, antes de que sea demasiado tarde.